Un nuevo informe de la Comisión Europea tiene como objetivo favorecer una gestión sostenible de los cultivos y un mayor bienestar animal, así como producir más con menos. Analizamos en este artículo cómo influirá este plan en la agricultura.
El Pacto Verde Europeo es el documento político (denominado “comunicación” en el argot comunitario) que el actual equipo al frente de la Comisión Europea pretende llevar a cabo durante la legislatura 2020-2025. Dicho informe quiere plantar cara al cambio climático y marca como principal objetivo conseguir que Europa sea en 2050 la primera zona climáticamente neutra del mundo, adoptando, para ello, medidas políticas dirigidas al clima, la energía, el transporte o la fiscalidad con el fin de reducir las emisiones netas de gases de efecto invernadero en al menos un 55 % de aquí a 2030, en comparación con los niveles de 1990.
El Pacto Verde Europeo está conformado por varias estrategias dirigidas a diferentes sectores, siendo la denominada “Del campo a la mesa” (Farm to fork ó F2F) la que afecta a toda la cadena agroalimentaria, y por consiguiente, también al sector agrario.
Desde que el documento “Del campo a la mesa” se presentará en mayo de 2020, las metas que más interés y polémica han suscitado entre agricultores y ganaderos han sido la gestión sostenible de fitosanitarios y fertilizantes en el campo; el bienestar de los animales y el uso limitado de antibióticos en la ganadería; y el incremento de la producción ecológica hasta alcanzar, al menos, el 25% de la superficie agrícola de cada estado miembro.
Sin embargo, dicho documento también hace hincapié en otros eslabones de la cadena agroalimentaria, como aprobar un etiquetado nutricional frontal para los alimentos (algo en lo que ya están trabajando los estados miembro) o mejorar la política de promoción agroalimentaria de la Unión Europea.
Por otra parte, la estrategia Biodiversidad 2030 (cuyo objetivo es preservar los espacios naturales europeos), también afectará a la agricultura y la ganadería y, en un futuro, a la Política Agraria Común, PAC, (cuya última reforma se ha aprobado en noviembre de 2021 y se comenzará a aplicar a partir de 2023) que también se verá influida por el “Farm to fork”.
Aunque a día de hoy el Parlamento Europeo ya ha dado luz verde al documento “Del campo a la mesa”, éste sigue siendo un documento político que en los próximos años deberá convertirse en legislación. Es decir, las propuestas marcadas por el Pacto Verde no serán de obligatorio cumplimiento hasta que no sean normativas legales previamente debatidas por los representantes de los estados miembro y del Parlamento.
Prepararse para seguir siendo competitivos
A pesar de que todavía quedan muchos detalles por concretar y mucha letra pequeña por decidir, la Unión Europea ya ha pintado el trazo grueso de por dónde irá el futuro del sector agrario comunitario. Un trazo que sigue la línea marcada desde hace décadas por la Política Agraria Común, PAC, y que hace tiempo que propugna producir más con menos y ser cada vez más sostenible desde el punto de vista ambiental, económico y social.
Para conseguir los retos que plantean todas estas medidas, los agricultores tendrán que recurrir a herramientas como la digitalización de sus explotaciones y parcelas, para administrar y gestionar lo mejor posible el uso de fertilizantes, materias activas, riego, etc. De esta manera, la agricultura 4.0 no sólo será la manera más precisa para obtener mejores resultados, o ahorrar en costes de producción, sino también la herramienta más adecuada para cumplir las nuevas exigencias europeas.
Por otra parte, la innovación en nuevos productos fitosanitarios como en nuevas semillas que respondan a los retos que plantean el clima, la escasez de agua, las plagas o enfermedades de las plantas seguirán siendo un gran aliado, (tal y como lo han demostrado en los últimos 20 años, en los que producciones como los cereales han resistido los bajos precios de los mercados gracias al incremento de la productividad de las semillas).
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